29 marzo, 2009

huele la lluvia

…me invade su aroma como niebla que atraviesa la piel y rezuma por el quicio de las venas; afuera miles de agujas húmedas rasgan las últimas hojas del invierno y son ginebra en la garganta de las cárcavas que agonizan abrazadas a los márgenes del río, allí el agua desciende con la velocidad de los pensamientos que se fugan a través de mi retina y hunden sus garras afiladas entre piedras y guijarros apilados en forma de orilla; en el horizonte se desvanece la sombra de las nubes, se inmolan contra las montañas que salvaguardan a estas calles frías de la bruma impía que atormenta ciudades y revelan un rocío cristalino, abrupto como un aullido de la noche; disuelve sobre el asfalto y bajo su brillo transparente los esputos de cientos de carburadores…

…pero en este instante, cuando huele la lluvia al sudor seco de la tierra y me invade como el resplandor de luna que transforma la carcoma del armario en adornos del firmamento y a la pálida moqueta del suelo en su nítido reflejo, los pájaros gritan más que los coches y siento los gélidos suspiros del sueño lamiéndome la cerviz; dibujan un lienzo virgen y ávido de la miel que supuran mis manos cuando se aferran a su rostro, acarician ese torso con cicatrices veladas por un tacto aterciopelado que da color a mis ojos y duerme entre las grietas de soledad de las sábanas, donde cientos de mariposas agitan sus alas como pañuelos de seda que trae el viento para guardar las lágrimas del cielo…

….y afuera, el humo negro de las chimeneas despoja de oscuridad a la madrugada mientras un par de estelas blancas desvelan la distancia entre mi cama y su almohada, las luces de neón son arena que se mezcla dentro de un reloj con los sollozos de mis maletas y huele la lluvia a la extenuación de febrero, a billetes de avión y a terminal de aeropuerto…al dolor de la hierba que apresan las baldosas por las que caminan mis días, pasto de las llamas y el galope de un caballo herrado para poder hollar la estepa…corre por las aceras llevándose las horas bajo la claridad intermitente que se clava en las pupilas como esquirlas en la carne viva de una herida …

…mientras huele la lluvia y espero al alba, me invade el perfume que desprenden los cabellos que ahora peinan mis dedos, tiernos y lentos…y así quizás no corra el tiempo…
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